martes, 14 de octubre de 2008

Prueba 1



Cuando la tierra era una, cuatro reyes dominaban al mundo. Tres hombres y una mujer. Los tres peleaban el planeta en diversas guerras, molestaban a sus pueblos esperando conquistar uno sobre otro. La mujer solo veia el espectáculo, esperando el momento en el que alguno de los tres monarcas quisiera llegar y tomar lo que era de ella.
   Cada uno intentó llegar a lo que hoy es Asia, para invadirla; y ella, desesperada, rezó para saber cuál sería el destino de su pueblo, rezó para saber si podría hacer algo para evitar su destrucción a manos de los pueblos contrarios. Encontró respuesta en el dios supremo (si, en minusculas, porque nadia ha sabido si dios verdaderamente es tan grande como dicen). Le dijo:
—Si quieres que tu pueblo se salve, colócate en el monte más alto de la región y medita hasta que tus sentidos se nublen, hasta que tu sangre se congele, hasta que tu alma salga del cuerpo en el que habita.
   La mujer se llenó de miedo, pero decidió hacer lo que le decía la gente. Subió entonces al cerro más alto que se llamaba Kekeit, y se sentó a esperar la muerte, teniendo siempre en mente a su pueblo.
   Al llegar la muerte a la mujer, su cuerpo se desintegró en un polvo finísimo que bajó hasta el centro de la tierra. Todo esto provocó fisuras en el centro del planeta y obligó a las placas tectónicas a moverse en velocidades record. El mundo cambió de forma en cuestión de horas, haciendo imposible para los reyes beligerantes llegar hasta el reino que protegía.
   La compasión de la reina fue tan grande que protegio a su pueblo sin derramar una sola gota de sangre enemiga. Hoy la reina Tara trabaja para brindar compasión donde ya no existe, donde más se necesita.

1 comentario:

La Valentina dijo...

La reina Tara, tan menospreciada en el cerro del Keki de nuestra Ensenada.
Dualidad de reina.Guia de los navegantes de los mares.
Furia y suavidad.

Saludos